En las democracias occidentales, los comportamientos individuales pueden ser más importantes que las medidas gubernamentales, advierte el personal epidemiólogo.
En el día de hoy, tras la publicación del estado de alarma, las preocupaciones públicas coinciden con las privadas y ambas buscan frenar la curva de contagios de coronavirus. La salud de las personas trabajadoras tiene una repercusión múltiple, y es que sus actuaciones y comportamientos personales pueden tener impactos de riesgo en la empresa y en la sociedad en general.
Lo que ha ocurrido en China muestra que la cuarentena, el distanciamiento social y el aislamiento de las poblaciones infectadas pueden contener la epidemia. Por este motivo, la mayoría de las empresas han establecido protocolos para controlar la interacción entre las personas trabajadoras y han visto en el teletrabajo una solución bastante completa. No obstante, la sensibilización de la persona trabajadora es el eslabón más delicado a la hora de controlar sus relaciones y garantizar su confinamiento.
La opción de trabajar desde casa también plantea un reto importante, en la medida en que se ha establecido de urgencia en muchas ocasiones y no hay garantías suficientes para que las personas sean tan productivas como en la oficina. Conexión remota, portátiles, seguridad informática y habilidades nuevas en el desempeño de las tareas, como disciplina y auto-organización. Para ello, ha sido idea de algunas empresas establecer experiencias «piloto» para generar una dinámica de trabajo eficaz y poder implementarla con relativa comodidad en caso de emergencia.
No menos importante es el estrés ocasionado por la gestión del cambio a la hora de afrontar el teletrabajo, ya que concurren responsabilidades familiares, domésticas y laborales en un mismo espacio. No parece muy realista establecer la misma disponibilidad horaria si los niños y niñas están en casa como tampoco supervisar el trabajo con la misma exigencia. Se vuelve urgente confiar y delegar en nuestros equipos, que las personas trabajadoras asuman la responsabilidad y exigencia debidas en el trabajo junto a una cultura de empresa basada en objetivos y proyectos claros.
La situación del Covid 19 nos ha llevado a un cambio forzoso de las relaciones de trabajo que conlleva nuevos riesgos, pero sobre todo necesita de una actitud colaborativa, solidaria y responsable por parte de empresas y personas trabajadoras capaz de revertir una situación de emergencia pública.